LECCIONES PARA UN PADRE IMPERFECTO

Esta mañana, como todas las mañanas he llevado a mis hijos al colegio, y de camino aprovechamos para contarnos nuestras cosas. Hoy Álvaro, de 6 años, me dice:

– Hoy es el día más feliz de mi vida, papi.

– ¿Y eso hijo?- Le pregunto yo.

– Pues… porque hoy se me mueve un diente, tengo clase de música, voy a dar volteretas en el tobogán del patio con mi amigo Lorenzo y la comida que nos toca hoy en el comedor me gusta «muchisísimo»!

Toma ya! He de reconocer que se me ha caído la baba al escuchar el planteamiento de mi hijo. Me ha encantado volver a darme cuenta de las grandes lecciones que todos los días nos dan estos mequetrefes, y de lo importante que es que los adultos no contaminemos esa sabiduría disfrazada de espontaneidad e inocencia que destilan los niños por los cuatro costados.

Muchas veces me creo que, como adulto que soy, tengo carta blanca en forma de imposiciones de todo tipo y color, sin respetar los ritmos, los espacios, las necesidades que estos pequeños sabios tienen. Leí hace tiempo del gran José María Toro, en su libro Educar con Co-Razón, que los niños son seres completos en proceso de crecimiento, y eso no les resta ni un ápice de ser merecedores de dignidad, respeto, y sobre todo de sentirse vistos y reconocidos por nosotros, los adultos.

  El mundo de los «haceres» humanos

Y es esa, sin duda, la mejor manera que creo que ellos puedan aprender lo que es el respeto, y la dignidad.

¡Cuánto peligro encierra la creencia “es por tu bien” en volumen desmedido! ¡Cuántas atrocidades se han cometido y se siguen cometiendo en nuestra sociedad enarbolando la muchas veces tramposa bandera del “es por tu bien”…! En fin, no continúo que me desvío hacia terrenos pantanosos…

Otra de las típicas situaciones en la que me veo envuelto en la relación con mis hijos, tiene que ver con las presuposiciones. Provocan un intenso efecto pernicioso, algo así como si fueran chupitos de cianuro que me voy tomando y que poco a poco pueden minar y hasta dinamitar el vínculo.

Trataré de explicarlo utilizando el formato «proceso secuencial”:

  1. Un día cualquiera, recién llegado a casa con el agotamiento físico y mental que se ha convertido desde hace unas horas en tu fiel compañero.
  2. Abro la puerta y lo primero que oigo son gritos de mi hijo que provienen del cuarto de los juegos.
  3. En mi cabeza se activa un pensamiento: “ya está Rocío, como siempre, haciendo la puñeta a Álvaro, fastidiando continuamente, es que….” (lo dejo aquí, porque lo que suele suceder es que un pensamiento se concatena con otro, generando un bucle de toxicidad mental considerable).
  4. Ese pensamiento provoca una reacción física, motivada por una emoción que se activa en forma de rabia, cabreo, y hasta ira…
  5. Automáticamente me veo como arrastrado, es como si la emoción se apoderase de mi en una especie de secuestro, y me encuentro casi sin darme cuenta en la puerta de la habitación de los niños mirando con ojos dictatoriales hacia esos demonios malignos que habitan en mi tranquilo y plácido hogar y que todo lo que hacen es para fastidiarme.
  6. Empiezo a vomitar en forma de gritos, imponiendo mi autoridad, para que sepan quién manda aquí, y… (creo que con esto ya es suficiente para que se entienda el proceso).
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Lo fuerte es que todo esto sucede, sin tener ni idea de lo que en realidad ha pasado. Tomo mi pensamiento, mi presuposición, como la verdad verdadera única e inmutable, y no me paro a contrastar, a dejar en suspenso mi pensamiento y verificar qué es lo que realmente está sucediendo.

Efectivamente, y por desgracia, esas presuposiciones me suelen gastar muchas jugarretas. Lo malo no es tenerlas, lo malo es darte cuenta de todo esto y no hacer nada, no reparar el vínculo, ya que si únicamente me tomo chupitos de cianuro, lo que conseguiré al final es cargarme la relación…

Me ha encantado un vídeo que he encontrado que viene al pelo con esto de las presuposiciones.

Como todos, soy humano, me doy permiso para equivocarme, pero también para reparar los efectos colaterales que mis presuposiciones y demás «componentes» de alta toxicidad puedan causar…

  ¿Cómo te mantienes a flote?

Seguimos.

@borjaruizg

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