El otro día estaba haciendo un repaso a todos los documentos que tenía de mi formación en coaching, y di con un archivo en mi ordenador que contenía reflexiones acerca del proceso personal por el que estaba transitando, y decía textualmente “me parece muy difícil así, de entrada, identificar mis propios sentimientos, emociones o sensaciones, pero mucho más si cabe el hablar de ello, y ya, el tratar de explicar algo como el coaching que trabaja con esa parte tan compleja de definir o conceptualizar, como es nuestra esencia, lo que somos cada uno como personas, es para mí “el más difícil todavía». Estoy más que preparado para hablar de política, fútbol, viajes, pelis, libros… pero no para hablar de esencia, alineamiento, centramiento, potencial ilimitado, creencias, valores, apadrinamiento… ¿Por qué? Creo que aún no he interiorizado y experimentado personalmente y con profundidad sobre esto de la aventura del coaching y además gran parte de las referencias que tengo, son únicamente a nivel teórico”.
Hoy, más de 4 años después, puedo decir que leer libros, asistir a cursos, certificarme en metodologías, compartir charlas, ponencias, etc… está fenomenal, pero no son más que pequeñas rutas que facilitan el tránsito por lo verdaderamente importante para mí, que es la experiencia. Mi gran aliada, y la mejor y mayor inversión en mi propio desarrollo profesional.
Es la que me ha ayudado a entener que “zona de exposición” es sentirte pequeño, vulnerable, criticado… en determinadas situaciones, como la primera vez que di un taller formativo ante 25 personas, en la que creía que me iba a quedar en blanco, que iba a ser incapaz de llenar 4 interminables horas de taller, y una vocecilla maligna que salía de detrás de mi cabeza y nadie parecía escuchar aparte de mí mismo, me decía: “la vas a cagar, mira sus caras… no se están enterando de nada…”
O la que me ha ayudado a comprender que “identificación”, significa saltar como un resorte cuando alguien pone en cuestión tu criterio profesional, y sentir que eso significa, desde tu propia fantasía, que tu valía como persona está puesta en duda, y darte cuenta a posteriori, que lo único que se estaba valorando era una opinión, y no a Borja, a su identidad, a su esencia… en absoluto.
O la que hizo que en un instante, integrara el significado de “percepción sistémica”, cuando sentado en el sillón al lado de la cama en la que se encontraba mi madre en el hospital, con los ojos cerrados, podía sentir mi respiración, la suya, la tristeza del ambiente, el dolor de la preocupación, el cansancio de mi padre, la espera y el miedo…
Pues sí, yo creo que la experiencia es la llave maestra que abre la puerta del aprendizaje, y como profesional del coaching, hace tiempo hice una especie de pacto conmigo mismo: probar, experimentar, y contrastar lo que voy aprendiendo intelectual y racionalmente, como paso previo para poder aprehenderlo. Y sólo desde ahí, desde la integración experiencial del concepto, poder compartirlo con los demás. Menudo reto!
Una vez una persona me dijo en un curso de formación “Borja, no te creas nada de lo que te cuente, por favor… cuestionalo, prueba si te sirve o no, contrasta con tu propia experiencia, y sólo si después de ese proceso, sientes que para ti tiene sentido, entonces acógelo y hazle un hueco en tu vida”.
A mi me sirve…
Y qué mejor manera para terminar que compartir esta maravillosa conversación extraida de la peli “El indomable Will Hunting”. Si no la has visto, te la recomiendo encarecidamente, y recuerda:
NO TE LO CREAS…